Mujer iroqués

domingo, 3 de mayo de 2015

LA ANTICIENCIA EN LOS MEDIOS (I) Frankenciencia


En los últimos años, el analfabetismo científico de nuestra sociedad se ha ido incrementando hasta un punto en el que empieza a afectar al desarrollo de la propia ciencia. El movimiento antivacunas es, actualmente, su cara más visible, pero hay muchas otras. Tenemos a gente convencida de que les fumigan desde el cielo para ponerles enfermos con la complicidad de gobiernos y farmacéuticas, de que las ondas wifi son una conspiración para que cojan cáncer, de que el cáncer* se cura con agüita de limón pero los científicos nos esconden la verdad, de que los laboratorios se pasan el día insertando genes fosforescentes en alimentos para que a los hombres les crezcan pechos y de que habría que volver a los tiempos felices en los que se araba sin tractores y la vida era felíz, natural, y en contacto con la madre Tierra y los ciclos de la Luna**

Este muestrario de miedos no ha surgido de la nada. Los medios de comunicación favorecen la difusión de todo tipo de noticias del tipo ¡vamos a morir todos!, la red está llena de textos e imágenes que muestran los terrores que la ciencia desencadena sobre la humanidad, y el cine, las series, los tebeos y los libros rebosan de científicos jugando a ser Dios y arrastrando a la humanidad a un agujero de horrores y exterminio.

Dado que hoy tenemos muchas series de éxito protagonizadas por científicos, podría parecer que lo que he dicho es exagerado, pero si las observamos con detenimiento, veremos que hay un patrón: el científico, el cerebrín, es un anormal. Los protagonistas de TBBT son cuatro tarados encabezados por un perfecto autista, y la gracia del argumento es ver como esos inadaptados chocan con la gente normal y trata de adaptarse a la vida real. El doctor House es un científico brillante, con una mente afilada como un bisturí, pero la fuerza de su intelecto le lleva a pisotear incluso a las personas que más le quieren. La doctora Brennan es capaz de desentrañar un asesinato partiendo de un rasguño en un hueso, pero no es capaz de entender una metáfora, y la dinámica de la serie se centra en cómo su compañero Booth logra reconducir su frío intelecto hacia la realidad gracias a su fuerza emocional. El caso más paradigmático es Grissom, el protagonista central de CSI: su intelecto es una herramienta casi perfecta, tan objetiva que no hay matices que se le escapen, ni en lo científico ni en lo emocional. Pero fuera de su trabajo es un completo alien, un obseso del orden cuyas principales aficiones son la cría de cucarachas de carreras o las visitas a una granja de muertos, y cuya vida sentimental es un desierto hasta que empieza a relacionarse con una compañera tan inexpresiva como él (en esencia, Sara es Grissom con tetas)

El reflejo del científico como un ente extraño, incluso una fuerza negativa, nació, más o menos, en el periodo de entreguerras, y se consolidó durante los años de la Guerra Fría. Podemos rastrear hacia atrás en busca de la fuente original del miedo a la ciencia, pero no es necesario: hay un término que se popularizó en los años 60, primeros 70, que, si bien está hoy en desuso, señala certeramente a la causa primigenia. La FrankenCiencia (Frankenscience), la ciencia del doctor Frankenstein.

Victor Frankenstein es el prototipo, el MadDoctor original, tan obsesionado en su búsqueda de la sabiduría que no duda en hollar los senderos prohibidos y sacar a la luz conocimientos que la humanidad no debería poseer. Víctor es un Fausto sin Mefistófeles...

...a man of science who sought to create a man after his own image without reckoning upon God.

El castigo a su desmedido orgullo es el caos y la destrucción: ha desencadenado fuerzas imprevisibles que le arrastrarán, a él y a los suyos, a la condenación. Es la misma idea argumental que subyace, un siglo después, bajo el agumento de JurassicPark, El Hombre Invisible o Prometheus (un nombre elegido a conciencia, como veremos en el párrafo final). Los científicos clonan monstruos, investigan un suero maléfico o investigan en conocimientos arcanos más allá de lo humano, y en lógica consecuencia, hay gritos, terror y muerte. En la película del 93, el doctor Malcolm resume muy bien la idea: la naturaleza ya eliminó a los dinosaurios, luego resucitarlos es ir contra la naturaleza (de nuevo el sagrilegio, reemplazando a Dios por Gea).

La figura del doctor Frankenstein se ha vuelto universal. Cuando, en una narración, aparece un científico obsesionado con la investigación, podemos afirmar, con casi un 99% de seguridad, que sus descubrimientos se volverán contra él y morirá de forma horrible. Al buscar el conocimiento, el MadDoctor se alejará de sus seres queridos, perderá el contacto con la moral y romperá todos los límites. Desencadenará epidemias, creará monstruos, abrirá portales, indagará en el corazón de la materia... todo en nombre de la Ciencia, aunque eso signifique condenar a la humanidad a la extinción.

Este cliché muy triste, por dos motivos. El primero, porque entroniza la ignorancia como algo positivo: mejor no saberlo todo, hay conocimientos que el hombre no debe poseer. Y el segundo, porque la universalidad del mito de Frankenstein demuestra la universalidad de la pereza: nadie se ha molestado en leer la impresionante novela de Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometheo.

* Siempre que leo el típico mensaje el bicarbonato/los limones/el agua hexgonal...cura el cáncer me pregunto a qué cáncer se referirán, porque los vendedores de humo parecen pensar que el cáncer es una sola enfermedad, no docenas y docenas.
** La época feliz y paradisiaca en la que el 75% de los niños morían antes de cumplir los 5 años, cuando cultivar la tierra significaba vivir agarrado a un arado de sol a sol, y un hongo de la patata podía significar el casi exterminio de una población

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